viernes, 16 de mayo de 2008

Tiempo de decir adiós…

Crecimos juntos. Casi como hermanos, como parientes, como amigos. Cuando lo vi por primera vez él tenía ya 10 años, yo solo 7.

Tenía miedo, y me sostenía fuerte de la mano de aquella dama que me decía “aquí cuidarán de ti hasta que tus padres regresen de viaje” en ese momento yo no sabía que nadie volvía de entre los muertos, él me lo explicó después puesto que sus padres había emprendido el mismo “viaje” que los míos.

Yo no quería dejar ir la mano adulta, las miradas de los niños alrededor de mi me intimidaban, otra señora se me acercó con una sonrisa tierna, me recordó a mi madre…

“Ven conmigo Hide, ven a jugar con nosotros…” dijo de manera maternal y entonces no pude negarme a seguirla, sin embargo, yo aun tenía miedo.

Y no fue hasta que él me invitó a unirme a sus juegos cuando todo mi temor desapareció. Quizás me convenció su sonrisa, quizás el brillo de sus ojos, aun no lo sé.


Toda mi infancia en este orfanato la he compartido con él, ha sido como mi hermano y como mi padre. Hemos estado juntos en las buenas y las malas, riendo, llorando debes en cuando peleando, pero siempre ahí…ahí para mi…

Pero ya ha cumplido los 18 años y no puede estar más en el orfanato, ya no es necesario que cuiden de él, han dicho las monjas.

Anoche le pedí que me llevase con él, que no podría soportar estar solo aquí pero acariciando mi cabeza como siempre hace cuando intenta calmarme dijo que eso es imposible, yo entristecí.

Mas su promesa iluminó un poco la despedida “Hide-chan, en tres años tendrás mi edad y entonces también podrás salir de aquí, cuando eso pase, te juro que te esperaré en la puerta” Voy a creerle.

Voy a creerte Tet-chan y estaré impaciente hasta el reencuentro…

No hay comentarios: